Hoy me he puesto a pensar. A pensar un poco en todo. A pensar en lo que soy. Y en lo que he sido. Y no añoré nada de lo que fui y ya no soy. El que tuvo, retuvo. O eso dicen, aunque yo no esté del todo de acuerdo. Añoré lo que nunca fui, y me temo, que ya nunca seré.
Pensé que nunca pintaría un Guernica o una Maja, aunque ésta fuese vestida. Me falta talento. Como también me falta talento para esculpir un David, o a otro tío cualquiera. Nunca compondré una quinta sinfonía. O una sexta, o una séptima. Ni siquiera compondré una primera.
Tampoco seré nunca milico en Argentina. O magnate del petróleo. O presidente de cualquier país de segunda. O de primera. Para esto, creo que lo que me sobran, son escrúpulos.
Pensé que nunca sería guerrillero en Chiapas. En fin, me falta valor. Como también me falta para ser atracador de bancos. Para ser narco en Ciudad Juárez. O para ser torero. Aunque para esto último se unen mi falta de valor y mi sobra de escrúpulos.
Algunos sábados de madrugada, también pienso que tampoco fui, ni seré nunca viejo. O al menos, no quiero serlo nunca. Creo que no valgo para eso.
Una manera de no ser nunca viejo sería suicidarme, pero para eso me hace falta talento, desidia y un par de huevos. Pero sobre todo, para morir, lo que me faltan son ganas
No hay comentarios:
Publicar un comentario